Se estima que 931 millones de toneladas de alimentos, es decir, el 17% del total de alimentos disponibles para los consumidores en el año 2019, fueron a parar a los contenedores de basura de hogares, comercios minoristas, restaurantes y otros servicios alimentarios, según revela una nueva investigación de la ONU realizada para apoyar los esfuerzos mundiales para reducir a la mitad el desperdicio de alimentos para el año 2030.
Para dimensionarlo, el peso de todos los alimentos perdidos equivale a23 millones de camiones de 40 toneladas completamente cargados, los que podrían dar la vuelta a la Tierra siete veces.
El Informe del índice de desperdicio de alimentos 2021 –del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la organización asociada WRAP– presenta la recopilación, análisis y modelado de datos sobre el desperdicio de alimentos más completos hasta la fecha, y ofrece una metodología para que los países midan el desperdicio de alimentos.
Así, se identificaron 152 puntos de datos de desperdicio de alimentos en 54 países. La investigación encontró que en casi todos los países que han medido el desperdicio de alimentos éste fue sustancial, independientemente del nivel de ingresos.
La investigación muestra que la mayor parte del desperdicio proviene de los hogares, que descartan el 11% del total de alimentos disponibles en la etapa de consumo de la cadena de suministro. Mientras que los servicios de alimentación y los establecimientos minoristas desperdician un 5% y un 2%, respectivamente.
Se estima que cada año se desperdician 121 kilogramos de alimentos per cápita, y 74 kilogramos ocurre en los hogares.
Impacto social y también ambiental
El desperdicio de alimentos tiene impactos ambientales, sociales y económicos sustanciales. Por ejemplo, en un momento en que la acción climática aún está rezagada, entre el 8% y el 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero están asociadas con alimentos que no se consumen.
“Reducir el desperdicio de alimentos reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero, ralentizaría la destrucción de la naturaleza a través de la conversión de la tierra y la contaminación, mejoraría la disponibilidad de alimentos y, por lo tanto, reduciría el hambre y ahorraría dinero en un momento de recesión mundial”, señala Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA.
Agrega que “si queremos tomarnos en serio la lucha contra el cambio climático, la pérdida de la naturaleza y la biodiversidad, y la contaminación y el desperdicio, las empresas, los gobiernos y los ciudadanos de todo el mundo deben hacer su parte para reducir el desperdicio de alimentos“.
Con 690 millones de personas afectadas por el hambre en 2019 – número que se espera aumente con la pandemia–, y tres mil millones de personas que no pueden pagar una dieta saludable, los consumidores necesitan ayuda para reducir el desperdicio de alimentos en el hogar.
“Durante mucho tiempo, se asumió que el desperdicio de alimentos en el hogar era un problema importante solo en los países desarrollados. Con la publicación del informe vemos que las cosas no están tan claras”, señala Marcus Gover, director ejecutivo de WRAP.
“Debe ser una prioridad para los gobiernos y las empresas”
La meta 12.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) es reducir a la mitad el desperdicio mundial de alimentos per cápita a nivel minorista y de consumo, y reducir las pérdidas de alimentos a lo largo de las cadenas de producción y suministro. Uno de los dos indicadores de la meta es el índice de desperdicio de alimentos. Un número creciente de países ha medido el desperdicio de alimentos en los últimos años.
“Con solo nueve años para el final, no lograremos la meta 3 del ODS 12 si no aumentamos significativamente la inversión para abordar el desperdicio de alimentos en el hogar a nivel mundial. Esto debe ser una prioridad para los gobiernos, las organizaciones internacionales, las empresas y las fundaciones filantrópicas“, subraya Gover.
Para aprovechar el trabajo del informe, el PNUMA lanzará grupos de trabajo regionales para ayudar a desarrollar las capacidades de los países para medir el desperdicio de alimentos a tiempo para la próxima ronda de informes del ODS 12.3 a fines de 2022, y ayudarlos a desarrollar líneas de base nacionales para rastrear el progreso hacia el objetivo 2030 y diseñar estrategias nacionales para prevenir el desperdicio de alimentos.
Esta semana, WRAP lanzó la primera Semana Nacional de Acción contra el Desperdicio de Alimentos del Reino Unido, llevando el mensaje de que el desperdicio de alimentos alimenta el cambio climático.
Fuente: Emol.com