Por Paula Montes, directora ejecutiva de Súmate, y José Francisco Yuraszeck, capellán general del Hogar de Cristo
La gravedad de la crisis educativa no da para eufemismos. Por eso afirmamos responsablemente que el “escándalo convenios” ha provocado que, a causa de unos cuantos sinvergüenzas, el gobierno y sus instituciones hayan puesto en pausa proyectos valiosos. Y que el ítem de aulas de reingreso en la discusión de presupuesto, incluido en las platas para la implementación de los Servicios Locales de Educación Pública que fue suspendida parcialmente en el Congreso, haya quedado en el aire.
Lo peor es que el retardo en su ejecución sólo perjudica a los más vulnerables.
Parte de la sociedad civil organizada ofrece servicios sociales relevantes, ahí donde el Estado no llega. Es el caso de Fundación Súmate del Hogar de Cristo, que se hace cargo de la exclusión escolar, ofreciendo la posibilidad de retomar sus estudios a los jóvenes que no están matriculados en ningún establecimiento educacional. El número golpea y hay que recordarlo: son 227 mil niños, niñas y jóvenes marginados de un derecho elemental, la educación, y la cifra aumenta año a año.
Es por eso que requerimos de nuevas fuentes de financiamiento y que, por primera vez en mucho tiempo, haremos una colecta. Será en formatodigital, entre el 1 y 8 de diciembre.
También estamos apelando a las familias donantes, a través de las escasas fundaciones de este tipo existentes. No es fácil pues son pocas y en Chile la filantropía aún está en un estado primario de desarrollo.
Por ejemplo, cada fundación donante requiere rendiciones a su medida, lo que redunda en que se desvía el objetivo de ejecutar un buen proyecto, en el afán por levantar informes técnicos y financieros, así como medios de verificación de resultados.
Otros donantes sólo permiten rendir costos variables, desaprovechando el valor de la expertise contratada.También falta mirada de largo plazo y continuidad para los proyectos impulsados, pues se suele castigar a quienes han recibido apoyo en el pasado, dejándolos fuera de base.
Por último, aunque las familias filántropas buscan apoyar determinados proyectos, son pocas las que se atreven a apoyar la operación cotidiana de organizaciones como la nuestra.
Invitamos a la sociedad completa y a los que, movidos por genuina generosidad y sensibilidad social, contribuyen con organizaciones como Hogar de Cristo, a repensar la filantropía. De lo que se trata es de apoyar la causa –la reinserción educativa, en el caso de Súmate– y no proyectos aislados. También apelamos al sentido común de las autoridades, para activar la entrega de recursos retenidos a los que cumplen con transparencia la rendición de fondos.
Acá los justos que pagan el pato no son, en definitiva, las organizaciones, sino aquellos a los que sirven, los más pobres y los más excluidos.