Por Sergio Zurita Vidal
Esa parece la pregunta mas lógica tras el proceso electoral finalizado ayer en nuestro país, y que el Servel denominó “Elecciones Generales” 2024 y que nos llevó a las urnas para elegir gobernadores, consejeros regionales, alcaldes y concejales, incluida segunda vuelta, con carácter de voto obligatorio.
Todo partió con un tibio o incipiente proceso de discusión sobre primarias, pactos o acuerdos, lo cual no despertó mucho interés teniendo a la mano el recurso de inscribirse como “independiente”, lo que al final sólo dejó la discusión en lo mediático más que lo realmente efectivo.
Bajo esa perspectiva, se delineó un interesante mapa político preelectoral, que en síntesis dejó a los dos grandes bloques (gobierno – oposición) con potenciales posibilidades de sumar votos frente a sus respectivos rivales.
Tras los resultados de ayer, hoy, parece más amplia la sonrisa para algunos que para otros, ya que la lectura de esos resultados no deja de ser atractiva, pensando en la mesa de “conversación” tanto para el oficialismo, así como para la oposición, a la hora de llevar la voz cantante de la discusión, de aquí en adelante.
Por un lado, está el resultado obtenido por la sumatoria de votos en la región metropolitana, incluida la comuna de Santiago, para RN, considerando con ello que se quedan en el sentido figurado, con un atractivo y trascendente botín electoral, como vendría a ser la “nave madre” en materia política, por lo que ello representa en número de votos. Claro, todo en el plano simbólico, ya que Desbordes es el alcalde de Santiago, pero frente a ello, Francisco Orrego pese a perder, suma un interesante número de votos para dicha colectividad.
Por otro lado está el oficialismo, el cual en resultados tan emblemáticos como el de RN, también se ampara en el significado y connotación de algunas zonas emblemáticas y que en suma, permitieron que para el gobierno estos resultados no sean leídos como una derrota si no más bien una posibilidad de mantener la línea de flotación, si no un barco, a lo menos del bote, donde el Presidente y su gabinete amparado en la soberbia y el ostracismo, van salvando las olas que podían haber sido una verdadera tormenta.
En materia de resultados significativos para este otro sector, está la del otro Orrego. Claudio,quien,en la Región Metropolitana,comogobernador independiente ex DC, llamado como independiente de “centro izquierda”, ganó al candidato de Matthei, justo el contra punto para enfrentar la pérdida de la nave madre como zona electoral emblemática.
Otro emblemático triunfo, es el del “gobernador rebelde”, Rodrigo Mundaca, quien obtuvo gran votación en la Quinta Región reposicionando a la autoridad entre los más votados de la jornada.
A nivel local, no deja de ser significativo el triunfo del postulante a la reelección, como gobernador, Miguel Vargas Correa, quien también como independiente logra retener el cargo, enfrentando a otro candidato apoyado por Evelyn Matthei y además con público respaldo en la segunda vuelta por varios de los candidatos perdedores en la primera vuelta.
Frente estos simbólicos triunfos, vale preguntarse, ¿encarnan ellos el voto oficialista?, ¿se sienten depositarios del voto del gobierno en sus respectivas zonas?, ¿el voto como sus triunfos, son personales o del sector denominado “oficialismo” ?, ¿frente al presidente Boric y su gabinete, se llamarían de oposición?
Las respuestas a estas interrogantes son esenciales para poder comenzar a dibujar, en el mapa político, quién es quién frente al gobierno y a sus propios orígenes políticos.
Basta recordar las palabras del ahora reelecto gobernador Vargas, criticando duramente la situación relativa al cierre de la fundición Hernán Videla Lira (Paipote) de ENAMI, donde siempre, junto a los parlamentarios locales se quejó de no ser escuchado ni considerado a la hora de tomar decisiones trascendentes, en lo político, laboral, económico y productivo para la zona norte del país.
A ello se agrega, además, su queja respecto a la nula consideración al momento de plantear la necesidad de “mayor autonomía” política y jurídica para poder abordar los temas de fondo de su agenda descentralizadora, con los llamados temas urgentes.
En definitiva, estos tres significativos ganadores, bajo el manto de la independencia política, cada uno bajo diferentes circunstancias, pero con un común perfil frente al gobierno, son ejemplos claves a considerar en el campo estratégico, el cómo se “ordena el naipe”, con miras a las próximas elecciones y la tarea de generar pactos y alianzas, pensando en los hombres y mujeres que legítimamente pretenden llegar a la Presidencia, al Senado o a la Cámara de Diputados.
De ahí la búsqueda a estas respuestas y conocer los límites políticos, para conocer, ¿dónde nacen y mueren las alianzas?