Por Alejandra Soto Labra, Directora Tecnología Médica, Universidad Andrés Bello, Concepción
Helicobacter pylori es un bacilo gram negativo curvo que se mueve de manera activa gracias a unas estructuras llamadas flagelos. Estas estructuras le permiten desplazarse fácilmente dentro del estómago. Esta bacteria presenta todo un desafío para su estudio, debido a que es difícil de cultivar en laboratorios debido a sus necesidades especiales y su comportamiento particular.
Se sabe que el 50% de la población del mundo está infectada por esta bacteria y que se adquiere durante la infancia. En Chile la prevalencia es de un alrededor del 70%. La transmisión de este patógeno aún no está del todo esclarecida, pero se cree que ocurre predominantemente por contacto de persona a persona, siendo importante la vía fecal-oral y en algunos estudios se evidencia la transmisión intrafamiliar. Sin embargo, también se ha sugerido que la bacteria puede existir de forma natural en el ambientey permanecer en estado de latencia.
Además, puede vivir en el estómago de las personas y se asocia a gastritis, úlcera péptica, adenocarcinoma y al linfoma de MALT asociado a mucosa gástrica. Por ello, en 1994 la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer consideró a la Helicobacter pylori como un agente carcinogénico tipo I en humanos.
De ahí la importancia del tratamiento de este patógeno en pacientes infectados de acuerdo con algunas recomendaciones internacionales. Su erradicación de en individuos infectados no sólo contribuye a evitar el desarrollo de las patologías mencionadas anteriormente, sino que también previene de recaídas a largo plazo. La terapia, entonces, se constituye en una alternativa importante en el manejo del paciente y de las enfermedades asociadas a este patógeno.