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(Opinión) Lecciones para Chile en el Día del Reciclaje

Por Abner de la Guarda | Environmental & Regulatory Regional Manager de Epson

El 17 de mayo de 2016, hace ya ocho años, cuando se promulgó la Ley de Reciclaje y Responsabilidad Extendida del Productor (REP), Chile inició una hoja de ruta en esta materia, que ha tenido importantes avances. Hoy, se hace indispensable aumentar en forma significativa la cantidad de productos que pasan por reciclaje y sus materiales reinsertados en un modelo de economía circular, donde comencemos a reciclar más de lo que va a rellenos sanitarios. Como siempre, el perfeccionamiento de la normativa será tan importante como la conciencia que tome el mundo empresarial del impacto que ocasiona en el medio ambiente su actividad productiva, así como la educación y participación ciudadana, en la entrega adecuada de los residuos para reciclar.  También, ver las experiencias de otros países nos podrían servir.

Pero quiero partir por casa. La Ley REP es un gran instrumento económico implementado en el país, que permite crear la economía del reciclado, disminuyendo los desechos enviados a los rellenos sanitarios. El árduo trabajo que se ha estado desarrollando a través de los Comités Operativos Ampliados (COA), donde participan empresas y sociedad civil, liderado por el Ministerio del Medio Ambiente, son excelentes iniciativas integradoras transversalmente de la sociedad. Además, su implementación ha sido gradual: comenzó por neumáticos, luego le siguieron los envases y embalajes, para pasar a los aparatos eléctricos y electrónicos. Todo esto permite incrementar la operación a medida que aumenta la maduración del sistema, para no dañar al mercado.

Ahora bien, un gran desafío que aparece con esta iniciativa, es la búsqueda y desarrollo de la nueva industria del material reciclado. Chile es un país pequeño en comparación con otras naciones de la OCDE. Nuestra industria necesita de oportunidades para el desarrollo de estos nuevos productos y servicios generados a partir de los residuos procesados

Mientras tanto, si miramos la experiencia internacional, por ejemplo, en Japón, podemos encontrar valiosas lecciones de uno de los programas de reciclaje más ambiciosos y exitosos del mundo, que se basó en tres pilares: mejorar la tecnología en la industria, mayor carga impositiva para gestionar estos avances, junto a un alto compromiso y educación de la ciudadanía en una cultura de clasificación y segregación de sus residuos.

Desde la infancia, a los japoneses se les enseña que deben llevar la basura a los depósitos antes de las 8 de la mañana, en los días señalados para la recolección, en bolsas semitransparentes. Pero antes, tienen que clasificar minuciosamente sus desechos, retirando las etiquetas, lavando los envases y reduciendo su tamaño por compactación. Además, deben clasificar sus residuos domésticos. De no cumplirse esta normativa, los ciudadanos se exponen a una multa, o bien, que sus residuos sean devueltos si están mal segregados.

Por suerte, el camino trazado con la promulgación de la Ley REP en 2016 ha sido un gran acierto y a la vez nos abre desafíos. Ciertamente, desde el lado de las empresas existen avances en cuanto al reciclaje, pero todavía queda mucho por hacer en cuanto a la concientización sobre el impacto de la huella de carbono que cada compañía deja en el planeta. Es tarea de todos, consumidores, sociedad civil y empresarios, fortalecer en conjunto una cultura del buen tratamiento de nuestros residuos. Tenemos trazada una hoja de ruta, solo falta dar el salto a una verdadera economía circular.

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