Por Mario Reyes, Gerente de División de Grupo Federal Chile
Hace solo unos pocos días, una mujer de 80 años fue víctima de un inquietante modus operandi que han adoptado las bandas delincuenciales en el país: los llamados “turbazos”, modalidad de robo en el que un grupo de delincuentes, actuando en manada, irrumpe violentamente en una vivienda, sometiendo a sus ocupantes mediante la intimidación y la fuerza bruta.
La forma en cómo opera este tipo de delito es audaz y aterrador al mismo tiempo, dejando secuelas emocionales complejas de superar, dado que estos incidentes no solo representan un ataque a una persona vulnerable, sino que simbolizan el asalto a la tranquilidad de todos los ciudadanos en sus propios hogares, donde las conversaciones sobre seguridad, lamentablemente, siguen siendo protagonistas.
Este tipo de sucesos nos lleva a reflexionar sobre las nuevas formas de criminalidad que están emergiendo y cómo podemos hacerles frente de manera efectiva y responsable. Es evidente que los delincuentes están adaptando sus tácticas, aprovechando el factor sorpresa y, como es en este caso, la superioridad numérica para cometer sus delitos. Frente a este escenario ¿Qué pueden hacer los ciudadanos para protegerse sin caer en la tentación de tomar la justicia por sus propias manos?
El primer paso comienza por establecer protocolos claros de emergencia a nivel familiar y vecinal. Esto implica tener a mano los números de contacto de Carabineros, bomberos y servicios de emergencia, así como establecer un sistema de alerta entre vecinos. La tecnología juega un papel protagónico en este aspecto: Sistemas de alarmas conectadas a centrales de monitoreo profesionales, por ejemplo, ofrecen una respuesta rápida y profesional ante cualquier amenaza.
Del mismo modo, la instalación de cámaras de seguridad no solo actúa como elemento disuasivo, sino que también proporciona evidencia en caso de que se produzca un delito. Los “botones de pánico”, ya sea en forma de aplicaciones móviles o como dispositivos físicos, pueden ser literalmente un salvavidas en situaciones de peligro inminente.
Asimismo, la contratación de servicios de seguridad privada, con una combinación de insumos tecnológicos y humanos, siempre que sean empresas serias y certificadas, puede ser una opción para comunidades organizadas en recintos más cerrados. Sin embargo, siempre es importante recalcar que estos servicios actúan en coordinación con las autoridades y no como sustitutos de la fuerza pública.
Sin duda que mejorar los tiempos de respuestas desde las policías es algo importante, pero lo que está en nuestras facultades es tomar acciones preventivasy trabajar bajo una respuesta que sea integral: comunidades unidas, ciudadanos informados y preparados, tecnología al servicio de la seguridad y una estrecha colaboración con las fuerzas del orden.
La seguridad es un derecho fundamental, pero también es una construcción colectiva. Este es el enfoque que debemos tomar, para hacer frente a las nuevas amenazas que se van presentando en esta nueva realidad.
FUENTE AGENCIA