“Tengo claro cuál es mi objetivo: romper el récord de Usain Bolt”. Con esa confianza declaraba hace un tiempo Abdul Hakim Sani. A sus 21 años muchos lo ven como el sucesor del legendario rayo jamaicano y en Japón esperan que sea la gran estrella de los JJ.OO. de 2021.
Los nipones no se caracterizan por producir velocistas de nivel. Abdul Hakim Sani es una excepción. Tiene las mejores marcas de la historia en el país y con él son dos los japoneses que han bajado de los diez segundos en los 100 metros.Su apariencia no calza completamente con lo que se esperaría de un japonés. A muchos les llama la atención. Su padre es de Ghana. “Sabía que era diferente, pero la gente me trataba prácticamente igual que al resto”, afirmó.
Su mamá, Akiko, fue una buena velocista escolar y fue clave para que se inclinara por el atletismo y no por el fútbol. Los resultados no demoraron en llegar. En el 2015 ganó oro en los 100 y en los 200 metros en el Mundial Junior de Cali. Con 20’34” en la segunda prueba rompió el récord que Bolt había impuesto en el 2003 en Quebec.
“Corrí más rápido que Bolt. me cuesta imaginarme que estoy conectado con él por lo que conseguimos cuando teníamos la misma edad”, comentó exultante en dicha oportunidad.
Ese gran rendimiento le permitió obtener un cupo para el Mundial Adulto de Beijing con solo 16 años. Alcanzó a llegar hasta semifinales. Solo quedó a 16 centésimas del laureado Justin Gatlin, que a la larga se llevó la medalla de plata en dicho torneo.
La ambición creció. No solo la suya, si no que la de todo el país. Abdul Hakim Sani no tenía la mejor infraestructura para entrenar en Japón. Muchas veces tenía que hacerlo en el pequeño patio del colegio. Era, además, una celebridad a la que no dejaban ni a sol ni a sombra.
“Tokio es una ciudad muy grande, con un población muy numerosa y no es siempre fácil encontrar instalaciones cerca de donde uno vive. La pista de atletismo más cercana me quedaba a 40 o 50 minutos en tren desde mi escuela. También era muy difícil entrenarme en la escuela, porque el espacio que había para todos los deportes era más o menos el equivalente a tres canchas de tenis. El escenario no era el ideal. Muchas veces tuve que limitar mis métodos y rutinas de entrenamiento”, manifestó.
Buscando mejorar, y también estar más tranquilo que en Japón, se mudó a Estados Unidos para competir en la Universidad de Florida. Hace un año bajó por primera vez los diez segundos en los 100 metros. Registró 9’99” en los campos de Fayetteville y luego bajó a 9′ 97” en Texas. Hace unos meses regresó a su país. Los reporteros notaron que sus músculos habían crecido, pero que además lo rodeaba un aura distinta.“Su impulso para ser el mejor ha mejorado definitivamente. Él sabe lo que tiene que hacer. Está dispuesto a hacer lo que sea necesario para llegar a donde quiere estar. Eso es algo que puedo decir que ha mejorado desde que lo conocí”, aseguró Antwan Wright, uno de sus entrenadores en Florida.
El joven atleta es todavía un trabajo en progreso. Lo tiene claro y no le basta con ser el más rápido de Japón. Salió de su entorno para desafiarse a sí mismo en Estados Unidos y los resultados están a la vista. Es determinado, quiere más.
“Más allá de las metas que me ponga para cada temporada o para cada día, lo importante es mirar al futuro. Y sé que no puedo alcanzar grandes cosas si antes no consigo pequeños logros“, afirmó.
Fuente: emol