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Reforma previsional: El debate que resurge por tabla de mortalidad y los efectos de su posible modificación

El Gobierno acogió la propuesta de la bancada independientes-PPD relacionada a reducir las tablas de mortalidad.

La reforma previsional que impulsa el Gobierno está viviendo una semana clave para su avance legislativo.

Según los plazos que pretende el Ejecutivo, la iniciativa terminaría de votarse en particular en la comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados el lunes, para que sea despachado a Sala de la misma, y así avanzar antes del receso legislativo de febrero.

Para lograr su avance, la estrategia de La Moneda ha sido conseguir más votos ante los “portazos” que ha recibido desde la oposición -que hasta ahora no ha manifestado un respaldo- por lo ha tenido que flexibilizar su proyecto inicial.

Así, la ministra del Trabajo, Jeannette Jara, sostuvo una serie de reuniones con las bancadas parlamentarias para reforzar la adherencia a la iniciativa y contar los votos necesarios para que se pueda despachar al Senado.

Primero fue el cambio de eje en la propuesta presentada por la Democracia Cristiana y los partidos no alineados, donde el 6% de cotización adicional se divide en en 3 puntos para capitalización individual y 3 puntos para reparto o el denominado “seguro social”.

Y en segundo lugar -y un tema que generó debate en la instancia- fue que la secretaria de Estado acogió la propuesta de la bancada compuesta por legisladores independientes y del Partido por la Democracia relacionada a reducir las tablas de mortalidad.

Explicación

Ante el debate que esto generó, Emol conversó con expertos con el fin de entender cómo funcionan las tablas de mortalidad y si una posible reducción en ellas significaría una mejora sustantiva -o no- en las jubilaciones que reciben mes a mes quienes cotizaron en el sistema de AFP.

Como primer punto, es la Superintendencia de Pensiones (SP) en conjunto con la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) son las encargadas de elaborar y actualizar las tablas de mortalidad del sistema de pensiones.

Las cuales son utilizadas para: calcular la pensión de los afiliados y sus beneficiarios del sistema de pensiones que hayan optado por un retiro programado; determinar las reservas técnicas que las compañías de seguros deben constituir para respaldar las rentas vitalicias de sus asegurados y beneficiarios que hubiesen optado por esa modalidad de pensión; y también, el cálculo de los aportes adicionales del seguro de invalidez y sobrevivencia y sus reservas correspondientes.

Ahora bien, en simple, Leonardo Hernández, director adjunto de Clapes UC, explicó a Emol que la tabla de mortalidad “nos muestra la edad promedio de una persona después de jubilar”.

“¿Qué es lo que nos va a mostrar? Nos va diciendo que existe una probabilidad ‘X’ de que esa persona viva un año después de jubilar, o sea que viva hasta los 66 años si es un hombre, una probabilidad ‘Z’ de que viva cinco años después de jubilar, o sea que viva hasta los 70 años, y así sucesivamente, y le asigna una probabilidad finalmente muy chiquitita a personas que viven edades muy avanzadas”, agregó.

Por ejemplo, dijo, “le asigna una probabilidad de 0,00 algo a una persona que viviría 105 años”.

Con todo, Hernández enfatizó en que “una tabla que muestra qué probabilidad hay de que yo llegue a determinadas edades después de ir jubilando”.

En tanto, el ex superintendente de AFP y académico de la Facultad de Economía y Negocios (FEN) de la Universidad de Chile, Guillermo Larraín, se refirió a una de las cosas que más se dicen en este debate. “Las pensiones se calculan proyectando que viviremos 110 años”.

Y es que se trata de una edad que efectivamente existe en el tope de las llamadas “tablas de mortalidad” del sistema de cotización individual en Chile.

Sin embargo, el académico explicó a Emol que “esa proyección de mortalidad, hasta qué edad puede llegar la vida de una persona, está multiplicado, si tú quieres, por la probabilidad de cuántas personas van a llegar a esa edad”.

Entonces, dijo, “el hecho de que la tabla de mortalidad diga 110 (años), no quiere decir que todas las pensiones se calculan hasta 110 (años), porque se calculan hasta 110 (años), pero multiplicado por la probabilidad de llegar a esa edad, que es muy baja”, añadió.

Y por eso, remarcó que “esa es la forma correcta de estimar el compromiso que está adquiriendo una compañía de seguros cuando te promete que va a pagar una pensión de por vida”.

Idea del Gobierno

Ayer, el ministro de Hacienda, Mario Marcel, detalló los lineamientos que está realizando el Ejecutivo en esta materia

Según el secretario de Estado, a partir de la indicación que se presentó y las conversaciones que había con los diputados, se han definido tres criterios.

El primero, según el titular de Hacienda, es el de “reducir la importancia de las colas de mortalidad en los cálculos de pensiones”.

Segundo, focalizar las respuestas en el ajuste de alternativas de pensión. Y en tercer lugar, en consonancia con esto, definir las alternativas de decisión y financiamiento en el momento del retiro, evitando cotizaciones adicionales y decisiones prematuras durante la fase activa.

“En el fondo creo que estamos tratando de decir aquí que el tema de las tablas de mortalidad es un tema que corresponde fundamentalmente a las modalidades de pensión y la manera en que éstas se aplican y los insumos que se utilizan para generar las pensiones de acuerdo a esas distintas modalidades”, agregó Marcel.

Entonces, en función de esto, el jefe de las finanzas publicas aseveró que se ha estado trabajando en una propuesta que crea una nueva modalidad de retiro programado con seguro de cola grupal.

En esta modalidad, según aseguró, el retiro programado “se calcula hasta una edad de corte determinada, por ejemplo, el diputado Bianchi señalaba entre 85 y 90 años, utilizándose el salto para financiar la pensión hasta dicha edad y reduciendo así la importancia de las colas de mortalidad en el cálculo de pensiones”.

“Esto tiene la ventaja de que incrementa las pensiones, respecto a una trayectoria de retiro programado original en una proporción que dependerá del sexo, grupo familiar y edad de corte definida”, añadió.

Así, Marcel afirmó que “una vez superada la edad de corte, las pensiones del grupo se financian con los recursos liberados por la masa de afiliados que están dentro de esta categoría y es ahí donde entra a operar este seguro de longevidad, es decir, el seguro de longevidad se queda incorporado en una modalidad de pensión en que complementa al retiro programado”.

Con todo, y en concreto, la idea del Gobierno es crear un seguro de longevidad, junto con perfeccionar la tabla de mortalidad vigente. Se plantea así, una alternativa nueva de jubilación, a las cuales las personas podrían acogerse de manera voluntaria.

Implicancias de bajar la edad

La ministra Jara acogió la propuesta de la bancada compuesta por legisladores independientes y del Partido por la Democracia relacionada a reducir las tablas de mortalidad. Idea que también propuso Demócratas y que también es otro de los focos de la discusión

Sin embargo, a ojos de los expertos, hay ciertos reparos frente a esta medida.

Por ejemplo, para Hernández, si es que se le baja la edad a la mortalidad “es simplemente truncar las distribuciones, es suponer ficticiamente que las personas van a vivir menos“.

“Estoy haciendo trampa en el solitario, estoy diciendo, ‘mire, usted va a vivir menos para efectos del cálculo de su pensión de lo que realmente va a vivir’. Entonces, como voy a suponer que vive menos años, con la misma plata le puedo pagar una pensión más grande”, agregó.

Dicho eso, remarcó que “estoy haciendo ciencia ficción, porque el problema que va a tener hacer eso, es que cuando las personas sobrevivan más de lo que estoy suponiendo, porque estoy haciendo un supuesto, cuando trunco la distribución estoy haciendo un supuesto, si las personas viven más que ese supuesto me quedé sin plata porque me la gasté pagando pensiones mayores al comienzo”.

Por su parte, Larraín ejemplificó con que “la tabla de mortalidad es como un termómetro, es exactamente igual a un termómetro. Entonces no podemos dejar de tener termómetros porque en una de esas nos va a decir que la temperatura está subiendo”.

“Entonces el concepto, más bien, es ¿qué hacemos con ese termómetro? qué hacemos cuando digo que la temperatura está subiendo. ¿Le doy un tratamiento diferenciado a los más viejos o no? De eso se trata la discusión del seguro de longevidad”, enfatizó.

En ese sentido, reforzó el llamado a que “la tabla de mortalidad en sí misma hay que seguirla calculando“.

Por eso, subrayó que “les pido que no confundan lo que es el instrumento del uso del instrumento. La discusión sobre el seguro de la ingenuidad es sobre el uso del instrumento, no sobre el instrumento mismo”.

Financiamiento posterior a los 85 años

Tal como ya señaló Marcel, el retiro programado se calcula hasta una edad de corte determinada, entre 85 y 90 años, utilizándose el salto para financiar la pensión hasta dicha edad.

Ahora bien, tras eso, surgió la interrogante ¿cómo se financia ese extra de años si es que vives más allá de los 85 años?

Larraín -que expuso en la comisión de Hacienda de la Cámara- propone que el Estado asuma un rol más importante “para gestionar la cola de la longevidad, la cola extrema de la longevidad”.

“Y eso lo puede hacer porque tiene esta parte ‘buena’ que va a estar recaudando impuestos porque la gente se siente mejor a medida que avanza la longevidad”, añadió.

Pero, ¿cuál es la “parte buena”? El académico sostuvo que “la calidad de vida mejora. Entonces una persona de 60 años hoy, o de 65 años está en más condiciones de trabajar que una persona de 60 o 65 hace medio siglo atrás. Y eso probablemente va a continuar pasando”.

“Entonces esa gente, vitalmente, aún cuando le da jubilación no cambia, pero ellos vitalmente van a querer seguir teniendo algún tipo de actividad económica”, añadió.

En esa línea, sostuvo que “cada una de esas actividades productivas que se van a hacer personas de edad más avanzada, son actividades productivas que van a generar recaudación tributaria”.

Así entonces, según aseguró, se puede hacer de muchas formas. Pero remarcó una puede ser “un sistema de reparto, puede ser una compañía de seguros estatal que tenga una garantía de parte del Estado, que es la que yo plantearía como mejor solución”.

Por su parte, Hernández criticó que “si yo trunco la distribución y pago pensiones, suponiendo que la persona va a vivir solo hasta los 85 años, bueno, voy a pagar mayores pensiones al comienzo, pero si vivo más no tengo plata para pagar pensiones”.

“Entonces está la discusión, ¿Cómo lo pagamos? Si lo pagamos con un seguro de longevidad, lo que vamos a tener que hacer es subir la cotización para precisamente pagar ese seguro”, cerró.

Fuente: Emol

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