La iniciativa sería la primera en ser promulgada de la lista de 31 proyectos relativos a seguridad pública acordados entre el Ejecutivo y el Legislativo.
Por 35 votos a favor la sala del Senado aprobó este miércoles el proyecto que tipifica la conspiración al sicariato. La iniciativa, que forma parte de la treintena de proyectos en materia de seguridad pública acordados entre el Legislativo y el Ejecutivo, había sido enviada a comisión mixta a inicios de abril.
Esto luego de haber sido rechazada por 131 diputados, cinco a favor y seis en contra, pasando a formar una comisión para zanjar las diferencias que despertó entre los diputados las modificaciones aplicadas por los senadores al proyecto.
Hoy, en tanto, tras la aprobación de ambas cámaras para el informe presentado por la comisión mixta, la sala del Senado aprobó el proyecto con 35 votos a favor, siendo despachado a ley.
La iniciativa que castiga la conspiración de homicidio calificado por premio o promesa establece que cuando dos o más personas se pongan de acuerdo para que una de ellas asesine a un tercero a cambio de una remuneración o contraprestación, se lo castigará por este delito, independiente de si el crimen finalmente es consumado. La pena asignada a este delito será de 3 años y un día a 5 años por el solo hecho de llegar a este acuerdo.
Actualmente, la conspiración está definida en el artículo 8º del Código Penal como el concierto de dos o más personas para ejecutar un delito. Por regla general, la conspiración para cometer un delito no es punible. En ese sentido, con la propuesta ya aprobada, si el homicidio se concreta o comienza a ejecutarse, solo se aplica la pena de homicidio en grado de consumado o tentado, según las reglas generales del Derecho Penal.
De acuerdo a información entregada por el Senado, los datos preliminares levantados dan cuenta de que entre 2018 y 2022 se han registrado 42 homicidios en contexto de encargo/sicariato, de los cuales el 60% ocurrieron en la Región Metropolitana y el 74% de ellos fue cometido con un arma de fuego.
Fuente: La Tercera