La muestra busca narrar la vida de la joven como “adolescente, escritora y símbolo de resiliencia” y que ayude a la sociedad a “aprender del pasado”.
El pequeño escondite en el que Ana Frank y su familia se refugiaron de los nazis entre 1942 y 1944 es desde la semana que viene el centro de una exposición en Nueva York, que busca narrar la vida de la joven como “adolescente, escritora y símbolo de resiliencia” y que ayude a la sociedad a “aprender del pasado”.
A partir del 27 de enero y hasta el 30 de abril el público que se acerque al Centro para la Historia Judía, ubicado en pleno corazón de la Gran Manzana, podrá ver más de 100 objetos que pertenecieron a la familia Frank, mundialmente conocida gracias al famoso diario de la joven Ana.
Además, se podrá visualizar el escondite donde la adolescente y su familia pasaron dos años y medio.
“Aporta una visión más profunda de Ana”
En una presentación previa para la prensa, Ronald Leopold, director ejecutivo de la casa de Ana Frank en Ámsterdam, hizo especial hincapié en que esta muestra no sirve solo como relato del “trágico destino” de la familia, sino que aporta “una visión más profunda y polifacética de Ana, como víctima pero también como adolescente y escritora”.
Y es que, en medio de los horrores que ocurrían a su alrededor, Ana crecía, pasando de ser una niña a una adolescente que se sentía incomprendida por su familia y que para evadirse pasaba las horas leyendo.
A diferencia del museo original esta exposición solo cuenta con una piso, pero se adapta al limitado espacio para recrear con exactitud “la casa de atrás” -como la llamaba Ana- en la que los Frank, Fritz Pfeffer y los Van Pels se protegían de los nazis.
Así, el Centro para la Historia Judía expone joyas como el único video que se tiene de la joven, que se asoma sonriente a una ventana de su casa, además de un pequeño poema que escribió en 1939 y un Monopoly al que jugaba con frecuencia con su familia.
Lo más preciado de la exposición es la réplica del escondite secreto de los Frank, al que se accedía tras abrir una falsa estantería y que estaba compuesto por tres pequeñas piezas que hacían de dormitorios, además de un comedor en el que se reunían para escuchar la radio y mantenerse informados del transcurso de la guerra.
En su caso, la habitación de Ana plasma la esencia de la joven, que para animar su estancia allí y hacer los días de “clandestinidad” más llevaderos decoró las paredes con fotografías de actrices de Hollywood y diversas postales.
Una exposición para aprender del pasado
La muestra no es solo una representación de la tragedia de los Frank -que en 1944 fueron descubiertos y llevados a diversos campos de concentración, de los que solo salió con vida el padre, Otto- sino un recuerdo de los millones de judíos que fueron asesinados a manos de los nazis.
Para Leopold, que la historia de Ana Frank haya cruzado el charco es de vital importancia, pues “vivimos en un tiempo en el que el antisemitismo y otras formas de odio están en auge, no solo en este país sino en todo el mundo”, e hizo referencia a los últimos incidentes antisemitas ocurridos en Australia.
“Una exposición como esta sirve como un poderoso recordatorio de la importancia de enfrentarse al odio mediante la educación y la comprensión”, subrayó, e incidió en que, si bien es importante “aprender acerca del pasado es aún más necesario “sacar lecciones del pasado”.
“En los tiempos que atravesamos”, es necesaria “una llamada a la acción”, concluyó.
Fuente: Emol